El sector residencial y la construcción están saliendo de la crisis pandémica a velocidades distintas. Porque mientras las compraventas de viviendas alcanzan niveles de 2007 y los precios de las casas se recuperan con fuerza, las obras se ven tensionadas por una brutal escalada del precio de materias primas como el aluminio, que ha subido cerca de un 80% en el último año.
Factores internacionales como el despunte de la demanda de China y Estados Unidos o los problemas de la cadena de suministros están detrás de estos incrementos, que se han agudizado en las últimas semanas. Unas complicaciones que, tal y como advierten en el sector de la construcción, tensionará aún más el precio y el ‘stock’ de viviendas nuevas.
«Tarde o temprano las constructoras y las promotoras van a repercutir esta crisis de costes al precio de la vivienda. Además, en estas obras privadas los plazos están muy ajustados, y las promotoras están sujetas a unas condiciones de financiación muy estrictas», explica a este periódico el presidente de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), Pedro Fernández, que recuerda que al coyuntural precio de determinadas materias primas se une el estructural incremento de los costes laborales provocado por la escasez de personal cualificado que sufre desde hace años el sector.
La construcción fue una vía de escape para miles de jóvenes durante los años de la burbuja. Pero luego el sector se hundió, lo que provocó una desbandada de mano de obra que todavía hoy, más de una década después, no se ha revertido. En los últimos años varias empresas han alertado de este problema, que se está agudizando con la recuperación de distintos proyectos tras la crisis del coronavirus.
La constructora ACR evidenció esta realidad en su último informe, donde se refleja que los costes de la construcción se encarecieron en julio un 13,5% en tasa interanual. «Tenemos que buscar fórmulas para que los trabajadores jóvenes vuelvan al sector y asegurar así el relevo generacional», explican desde la compañía.
Tanto las constructoras como las promotoras están intentando impulsar la construcción industrializada para enganchar de nuevo a los trabajadores de menos edad y mitigar el incremento de los costes de la construcción. Según empresas como Aedas Homes, este sistema de construcción ofrece «una mayor certeza entorno a estos costes y a los plazos de entregas de las viviendas».
El director de operaciones de Aedas Homes, Luis García Malo de Molina, reconoce la particular crisis que vive la construcción y explica que algunos contratistas «ya están trasladando el riesgo que supone la inestabilidad de los costes a sus ofertas». «El sector inmobiliario y la sociedad no puede permitirse un encarecimiento de la construcción como el que estamos constatando actualmente, tanto en los costes de construcción como en mano de obra, porque esto se traduce, inevitablemente, en un mayor precio de vivienda, lo que cierra el acceso a una casa a una parte importante de la sociedad. Principalmente, a los jóvenes», afirma el directivo de la promotora, que sugiere que la Administración podría facilitar suelo «a un menor coste, ya sea para promover viviendas en alquiler o en propiedad» para solventar esta crisis.
Fuentes del sector aseguran que esta coyuntura podría provocar un encarecimiento adicional de hasta el 3% de la vivienda nueva, cuyo precio repuntó un 6% durante el segundo trimestre, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Estas mismas fuentes explican que el coste de la construcción supone entre un 30 y un 40% del precio final, y aseguran que ni las constructoras ni las promotoras están repercutiendo todavía todo el incremento de los costes al consumidor final.
El repunte de los costes no es el único factor que presiona al alza los precios de las casas. La demanda de vivienda nueva se ha disparado en los últimos meses, sobre todo por el atractivo que despiertan desde el estallido de la pandemia las viviendas unifamiliares situadas en la periferia. Pese a ello, la oferta es escasa en grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Es cierto que los visados de obra nueva empiezan a repuntar, pero existe un decalaje de al menos dos años para que estas licencias se materialicen en viviendas terminadas.
Los fondos europeos
En el sector inmobiliario aseguran que «el mercado no es capaz de satisfacer la demanda de vivienda nueva que existe actualmente». Según los cálculos de constructoras como ACR, en España hay una demanda de unas 140.000 viviendas anuales, pero la industria solo es capaz de construir 80.000, en parte por la mencionada falta de mano de obra. Lejos quedan ya los años previos a la burbuja, cuando en España se llegaron a entregar casi 900.000 visados de viviendas nuevas anuales.
Lo cierto es que el incremento de los costes de la construcción no solo afecta al mercado de la vivienda. Las organizaciones del sector advierten de que esta situación puede repercutir incluso en la ejecución de los proyectos comprometidos con fondos europeos. «España se ha comprometido con Bruselas a ejecutar una serie de fondos antes de finales de 2022, pero muchos de estos compromisos serán imposibles de cumplir si continúa el incremento de los costes de la construcción», explica el presidente de la CNC. Según sus palabras, en otros países la Administración está «compensando a los contratistas» y «reequilibrando contratos» para evitar demoras, unas opciones que deberían estudiarse en España.
«Es necesario que el Gobierno sea consciente de la situación que estamos viviendo en el sector y se agilicen determinados procedimientos», explica Fernández. Según los cálculos de la asociación, la construcción tendrá un papel protagonista en la ejecución de estos fondos porque el 10% de las inversiones contenidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia se destinarán a rehabilitación y el 9,4%, a actuaciones de movilidad sostenibles, donde las infraestructuras cuentan con un papel esencial.
Fuente: ABC.es