El HRF (Hormigón Reforzado con Fibras) incorpora fibras —estructurales o no— en su matriz y se aplica mediante proyección, una técnica que ha evolucionado notablemente desde que Carl E. Akeley patentó el hormigón proyectado en EE.UU. en 1911. Hoy en día, se trata de una técnica plenamente establecida para aplicar capas de hormigón sobre superficies previamente preparadas.
En túneles, los usos más comunes del hormigón proyectado incluyen: capa protectora, sostenimiento estructural (temporal o definitivo) y revestimiento final, tanto en obra nueva como en rehabilitación de estructuras existentes.
Para asegurar una correcta adherencia de las fibras a la matriz del hormigón, es necesario que éste tenga una resistencia a compresión mínima de 20 N/mm². La relación agua/cemento óptima suele estar entre 0,40 y 0,45. La cantidad de fibras se define según las exigencias del proyecto, la aplicación específica, el rebote esperado y las características de la fibra. El fabricante debe recomendar una dosificación adecuada basada en la resistencia requerida y su experiencia, y es recomendable realizar ensayos previos en obra.
Las fibras estructurales pueden sustituir parcial o totalmente el armado tradicional, mejorando las propiedades mecánicas y la durabilidad del hormigón endurecido, lo que a su vez reduce costes y aumenta la seguridad. Las fibras no estructurales, por su parte, ayudan a controlar la fisuración por retracción, ofrecen cierta resistencia frente al fuego y facilitan la puesta en obra, reduciendo el rebote. Ambos tipos pueden utilizarse en proyección por vía seca o húmeda, aunque en la vía seca no se recomiendan tuberías de más de 150 m por razones económicas.
Por lo general, las fibras empleadas tienen una longitud de 30 a 40 mm y un diámetro de 0,50 mm. Es clave que estén limpias y libres de residuos que puedan perjudicar su adherencia al hormigón.
El diseño estructural del sostenimiento de túneles y taludes con hormigón proyectado se basa en herramientas que consideran la resistencia inicial del material (hormigón joven) y deben garantizar su buen comportamiento durante toda la vida útil.
Como indica la publicación de NIOSH (2014), dado que el HRF suele combinarse con otros sistemas, no siempre es fácil determinar su capacidad de soporte de forma puramente analítica. Por eso, es habitual recurrir a métodos empíricos apoyados en índices de calidad del macizo rocoso, especialmente en terrenos débiles.
La tenacidad es el parámetro clave en el diseño de HRF. El índice TPL permite establecer distintos niveles de tenacidad en función del volumen de fibras utilizado. Para lograr el mejor rendimiento del revestimiento, es necesario un diseño que equilibre la resistencia del hormigón, el anclaje de las fibras y el método de aplicación, adaptado siempre al caso específico.
El diseño debe considerar tanto cargas a corto como a largo plazo, así como las situaciones intermedias que puedan darse durante la construcción.
En resumen, el diseño de revestimientos proyectados con fibras exige un cálculo estructural riguroso que considere:
Existen diferentes métodos y herramientas para el cálculo estructural de revestimientos con fibras:
Es fundamental evaluar el comportamiento del HRF mediante ensayos específicos que verifiquen sus propiedades, tanto en fase de pruebas como durante la ejecución. Estos ensayos deben realizarse con materiales definitivos, incluyendo un hormigón patrón (sin aditivos) para contrastar resultados.
Los ensayos preliminares ayudan a comprobar cómo influye la adición de fibras en la resistencia a compresión, flexotracción y tenacidad, comparando siempre con un material sin fibras. En túneles, la capacidad de absorción de energía y la resistencia residual son parámetros clave, ya que el comportamiento del HRF viene determinado por el efecto post-fisuración del compuesto.
Existen diferentes métodos de ensayo para evaluar la absorción de energía (o tenacidad) del HRF, clasificados principalmente en dos grupos: ensayos directos (vigas y paneles) y ensayos indirectos.
Estos ensayos se realizan sobre probetas testigo de dimensiones adecuadas, extraídas del hormigón proyectado in situ o de artesas de ensayo.
Estos métodos permiten efectuar mediciones en cualquier lugar sin preparación previa, aunque requieren curvas de calibrado para el tipo específico de hormigón a ensayar.
Actualmente, las investigaciones y ensayos sobre hormigón proyectado reforzado con fibras (HRF) orientados a mejorar su comportamiento frente al fuego se centran principalmente en la incorporación de micro fibras de polipropileno. El objetivo es que el material pueda soportar temperaturas elevadas, como las que se producen en un incendio, durante al menos dos horas.
Estas micro fibras suelen dosificarse en proporciones mínimas de 2 kg/m³ y cumplen una función clave: reducir tanto la presión del vapor de agua como las tensiones internas por deformación dentro del hormigón cuando se expone al fuego. Al alcanzar su punto de fusión (aproximadamente 160 °C), las fibras se funden y desaparecen, dejando pequeños canales en el interior del hormigón. Estos canales permiten liberar el vapor acumulado, lo que ayuda a minimizar fenómenos como el spalling explosivo y la aparición de fisuras.
Es importante elegir fibras sintéticas con las dimensiones adecuadas, de modo que no queden en suspensión durante el proceso de proyección. Esto no solo mejora la calidad del trabajo, sino que además evita riesgos para la salud derivados de su posible inhalación.
Los revestimientos permanentes de hormigón proyectado reforzado con fibras (HRF) se utilizan cada vez con más frecuencia a nivel mundial, ya que permiten reducir tanto los costes de ejecución como la huella de carbono en comparación con los revestimientos de hormigón tradicionales. Al tratarse de elementos permanentes, deben alcanzar la misma vida útil que la estructura a la que protegen.
Por esta razón, su diseño debe contemplar no solo las cargas a corto y largo plazo, sino también las condiciones intermedias que pueden presentarse durante la fase de construcción. A diferencia del hormigón proyectado temporal, estos revestimientos suelen incorporar fibras estructurales en lugar de armaduras de acero, especialmente como medida para prevenir la corrosión.
La dosificación adecuada de fibras debe definirse teniendo en cuenta las condiciones del terreno y las características específicas de la mezcla de hormigón proyectado. Además, para garantizar su comportamiento y durabilidad, es fundamental llevar a cabo ensayos previos con mezclas representativas.
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